martes, 23 de abril de 2013

Su nombre es Nerea.


"Mi bebé ha muerto.
No me digas que es para mejor, o que las cosas pasan por una razón.
Mis sueños y mi futuro están enterrados con ella.
Esta impensable, inexplicable tragedia se ha vuelto mi realidad.
Nunca seré quien una vez fui.
Mi bebé ha muerto.
No intentes consolarme con palabras mortales o con delicias espirituales.
Nada más importa. La amarga estación de hielo que enfrento no puede sanar
con curitas o con un beso
Así que por favor no trates de quitar mi dolor. Es todo lo que queda.Es la única emoción que puedo sentir.Y no preguntes acerca de mi condición. No puedo contestar con palabras vacías.
Mi bebé ha muerto.
Pero como el mundo continúa en completo olvido, por favor detente un momento
No me impulses a abandonar su memoria. Ofrece tu bondad. Habla a mi alma con palabras suaves. Imparte condolencia con ojos compasivos, porque su vida merece mi dolor y tu recuerdo.
Mi bebé ha muerto, pero no en vanidad sinsentido.
Permítele a ella llevarte más cerca de aquellos a quien amas.
Descubre al través de su existencia lo verdaderamente frágil de la vida.
Comparte conmigo su recuerdo. Su nombre es Nerea."


Con todo mi respeto y mi cariño, he cogido prestadas estas palabras, que tan bien
 definen lo que siento, de la mamá de Cheyenne.